martes, 31 de enero de 2012

FORJAMOS EL TRIUNFO


Dice un pensamiento: El triunfo no es más que el resultado de un proceso, un proceso que toma tiempo, dedicación y trabajo, un proceso que exige aprender nuevos hábitos y la destrucción de otros, un proceso que exige cambios. Nada que valga la pena sucede de la noche a la mañana.

Cómo enseñar o cómo aprender lo que significa triunfar, lograr un propósito, terminar algo; lo podríamos hacer de la forma clásica o tradicional, “vamos a conversar acerca de triunfar” y ponemos ejemplos… escriben y leen historias de triunfadores, identifican triunfadores en su comunidad y narran sus historias en clase, comparan sus trabajos, opinan o critican, obtienen conclusiones.

Es evidente que el estudiante va a aprender acerca de lo que significa triunfar, podrá explicar las características de un triunfador y tratar de imitarlo, pero nada más. Ante esta perspectiva reflexionamos y nos preguntamos qué hace a una persona emprendedora, luchadora, triunfadora: unas cuantas horas de clase o toda una vida de constantes retos, fracasos y logros en una escuela donde los proyectos, los talleres y la obtención de productos son el pan de cada día.

“El sentido de confianza en sí mismo, la integridad, la búsqueda de la excelencia y el coraje de fracasar sin perder autoestima, son ejemplos de valores sobre el sí mismo que inevitablemente se fortalecen o debilitan durante el proceso educativo. Algunos conceptos importantes acerca de estos valores positivos personales, se pueden resumir en las frases: “Yo soy competente”, “Intentaré aunque pueda fracasar”, “Yo trabajo duro y también juego”, “Yo me siento bien”. (Koth de Paredes, Marcia. Estrategias para la Gestión Educativa, 1996).